Si queremos llegar al corazón de una persona, primero tenemos que tomar autoridad sobre el mundo espiritual que le rodea.

El propósito del mundo espiritual perverso es que no le resplandezca la luz, que siga en tinieblas.

Juan 3:19-21 Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios.

Nuestra responsabilidad es trasladar a quienes nos rodean desde el reino de las tinieblas al reino de Dios.

Colosenses 1:13 El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.

Antes de hablar, aún antes de acercarnos tenemos que tomar autoridad sobre toda la actividad espiritual que los rodea.

Esta realidad espiritual, a la que puede estar sometido, puede ser una realidad muy compleja.

En un principio, no se trata de poder entender con precisión todo lo que ocurre, sino que es más bien una cuestión de tomar autoridad. Posteriormente necesitaremos comprender mejor todo el cuadro.

En principio, tenemos que tomar autoridad, desatando ataduras en su mente y en sus emociones para que pueda recibir la palabra de Dios. Mateo 16:19

El Espíritu Santo nos capacita en el discernimiento, de manera de poder percibir cuándo el conflicto es espiritual y cuándo emocional, aunque siempre existe una interacción entre estas áreas.

Se nos han dado poderosas armas espirituales para que tomemos autoridad sobre las ataduras que se producen en la mente, y para derribar todo argumento que se levante contra el conocimiento de Dios. Así podemos destruir los bloqueos que se producen en la mente, en las emociones y en el espíritu de modo que no entiendan la Palabra, ni perciban la presencia de Dios.

Tenemos que ayudarlos a tomar conciencia de la actividad espiritual. La persona tiene que darse cuenta de los cambios en su estado anímico, del nivel de lucha en sus pensamientos, (escuchar voces, etc. )de que la tendencia al suicidio, a la ira, al temor y a la depresión son todos indicadores de una actividad espiritual que se debe contrarrestar.

En este caso resulta llamativo el ejemplo del gadareno.

La misma presencia de Jesús puso de manifiesto la actividad satánica en su interior: los demonios se sintieron atormentados. Lo mismo ocurre con nosotros sin que nos demos cuenta.

Se nos ha conferido esa autoridad.